La reunión (capítulo 19)

Novela 2025

Entraron Camilo y Silvia en el almacén del Fontefría. Pepe se levantó y cogió un par de sillas que estaban amontonadas en el fondo de la despensa. Dentro, en animada pero silenciosa charla, estaban enfrascados tres miembros de la resistencia al Directorio. A dos ya los conocía Camilo. Los había conocido en su propia casa. El otro le resultaba familiar, pero no sabía de qué. Sin embargo, Silvia no conocía a nadie y observaba la escena con una sonrisa de curiosidad mientras esperaba las presentaciones de los desconocidos que nunca llegaron a producirse. Ella no sabía que, cuando estás en la clandestinidad, no saber los nombres, conocer solo lo imprescindible, podía ser algo muy beneficioso si alguno caía.

-Hola, cómo andáis?

-Bien, ya ves.

-Nos conocemos todos, dijo Camilo…

-No lo creo Camilo, le contestó Pepe. Nos conocemos nosotros dos. El resto, me parece a mí que no.

-Pues yo a esos dos sí que los conozco, insistió Camilo.

-Sí?

-Sí Pepe, nos conocemos, contestaron ellos amigablemente.

-A mí no, retrucó el único desconocido para Camilo en escena.

-No.

-Por lo menos no personalmente, aunque mi cara seguro que te suena, seguro que os suena.

-Sí, puede ser.

-Soy periodista, trabajo en la televisión del Directorio.

-Claro, por eso me sonabas, pensó Camilo.

-Claro, por eso no me eras desconocido pensó Silvia.

Pero ninguno de los dos dijo nada. Solo se sentaron a su lado en la mesa mientras esperaban a que Pepe les trajese cerveza y vino mientras observaban los papeles amontonados en la mesa, sin comprender. 

-Tenemos que hacer algo, dijo el periodista que trabajaba de presentador en televisión. No podemos seguir soportando esto. Cada vez la realidad se hace más irrespirable y todo parece estar a punto de desquiciase y estallar.

-Sí, pero no podemos precipitarnos, dijo la mujer membro de la resistencia contra el Directorio Militar. Un paso en falso y perdemos lo poco que hemos conseguido.

-Pero qué tenemos? Contestó Pepe. De tener, no tenemos nada.

-Ya.

-Nada de nada. 

La mujer de la resistencia volvió a hablar, y afirmó que sí tenían algo, que tenían mucho. Tenían una fe ciega en plantarle cara al Directorio Militar, y no permitir lo que había ocurrido desde la primera ola de Covid. Tenían todo lo necesario para construir un futuro democrático y liberarse de la dictadura de un rey que ahora dirigía manu militari el país. Sí, puede que precipitarse, dar un paso en falso, implicase caer, de forma estrepitosa, e incluso volver a empezar. Y como podemos intuir, si eso pasaba, lo perderían todo, y pueda que todos acabasen, mal, muy mal. Es cierto, no tenían que precipitarse. No debían.

-Seguro que tienes razón, afirmó Camilo. Pero esto no quita que debamos organizarnos activamente. Organizarnos y trabajar pensando en resolver el presente.

-Sí, podemos preparar un golpe. Algo que le meta miedo al sistema, dijo Pepe. 

-No es tan sencillo, contestó de nuevo la mujer de la resistencia.

-Sí, lo sé, pero si preparamos metódicamente un plan y nos organizamos, podemos conseguirlo.

-No lo creo. 

-En mi opinión, la acción directa siempre ha funcionado. Robamos dinamita, hacemos unas bombas con temporizador y reventamos la sede de la policía del Directorio, que está debajo de los Juzgados.

-No podemos. No así. Tenemos que ser más sutiles porque no contamos con la infraestructura necesaria.

Silvia estaba callada escuchando la conversación. No tenía mucho que decir, no sabía qué decir. De hecho, tenía la sensación de estar viviendo una película, una broma de mal gusto, o ambas cosas. Pero ella se mantenía en silencio.

Ahora en la mesa estaba desplegado un plano de la ciudad. En él, Camilo iba marcando con una cruz azul los lugares que podrían ser interesantes para producir una deflagración. Lo curioso es que la mujer de la resistencia y su compañero iban anotando una serie de signos sobre determinadas partes, como si fuesen cartógrafos antiguos. Camilo supo después que estos mapas eran muy escasos, y que iban pasando entre los miembros de la resistencia, porque daban información en clave sobre distintos objetivos, número de personas, policía, etc. Y solo podían entenderlo los miembros de la resistencia que tenían las claves para traducirlo. El mapa, claro. Todo esto había sido muy útil en la Segunda Guerra Mundial, en el gueto de Varsovia para organizarse frente a los nazis y ahora ellos, mucho tiempo después, estaban haciendo lo mismo.

Camilo todavía no manejaba la información de la que disponía la resistencia en su totalidad. En el mapa había unos códigos indescifrables a los que solo tenía acceso una serie de personas de la resistencia, porque informaban sobre las personas infiltradas en el Directorio y los traidores a la resistencia. Esa información solo podían descodificarla una serie de personas muy concretas.

Mientras Camilo observaba con distancia la cara de perplejidad de Silvia, pensaban en que por fin estaban empezando a plantarle cara a la dictadura, al directorio militar.

-Por fin, esto va en serio.

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